sábado, 13 de noviembre de 2010

カタカナの問題

Los problemas del katakana... no para nosotros, no. Para los japoneses.

El katakana es, como casi todos sabréis, el sistema que tenemos en japonés para importar palabras de idiomas externos por vía fonética. Como el japonés tiene menos sonidos que otras lenguas de cuyos vocabularios presta abundantemente, se ha de hacer una aproximación fonética a como suena la palabra en el idioma original. Un ejemplo:

personal computer

se convierte en,

paasonaru conpyuuta
パーソナル コンピュータ

El uso del katakana se ha convertido en un mecanismo para establecer normas. En este caso, normas de traslación desde otras lenguas como el inglés o el francés. Esto es esencialmente bueno: permite que los japoneses puedan enriquecer su idioma con vocablos que definen realidades externas y que en muchos casos que no existían en un Japón que permaneció ajeno a la influencia externa durante varias centurias. El problema del katakana es que funciona como una trampa que impide a muchos japoneses adquirir fluidez en otros idiomas precisamente porque hace pasar a la lengua extranjera por un cuello de botella que impregna su esencia de una "japonesidad" innecesaria para cualquiera que intente estudiarla.

El japonés se lee como se pronuncia, al igual que el español. El inglés y el francés no, por ejemplo, y de estos dos el japonés toma a placer. Así que los japoneses no saben leer, a priori, nada que esté escrito en letras romanas (romaji), y por eso necesitan el katakana. Pero claro, si intentan estudiar una lengua extranjera ocurren aquí dos cosas negativas. Primero, que al intentar aprender palabras que no conocen en katakana intentan darle forma con katakana para recordarlas, deformándolas en el proceso. Segundo, que las que ya conocen debido a que se usan de forma usual en japonés, sencillamente no las aprenden. Se referirán a la pareja significado/significante que ya conocen. En cierto modo, podríamos decir que los japoneses no aprenden otra lengua sino que amplían sus conocimientos de katakana.

Algunos resultados automáticos de esto los habéis visto todos aquellos que hayáis oído hablar inglés a un japonés. Aunque se exprese con inmaculada correción, lo que sale de su boca suena inequivocamente a katakana: ai amu beri guraddo obu biingu hiaa tunaito ando habu a chansu tu ikkusupurein ando tooku abauto mai ekusupiriensu in furonto obu sou meni furenzu. La prueba de que el katakana entorpece la comunicación en el idioma adquirido la tenemos en el hecho de que muchos lectores de este texto que sepan inglés pero no japonés experimentarán serias dificultades, por no decir imposibilidad, a la hora de comprender qué narices pone ahí en cursiva.

Pensar en katakana no sólo dificulta reconocer las palabras en su deletreo original en romaji, sino que (o puede que precisamente por eso) también dificulta recordar el deletreo ortograficamente correcto. Muchos japoneses con buen nivel de inglés siguen haciendo faltas de ortografía absolutamente paupérrimas porque en muchas ocasiones no pueden sino hacer una lotería cuando tienen que cifrar en romaji la palabra extranjera que sólo conocen bien en katakana. En lugar de "elegance" escriben "elegans", "tlanslation" por "translation" o "fation" en vez de "fashion". Estas tres las he recopilado de un mail de cinco líneas que me envió recientemente una compañera japonesa cuyo nivel de inglés es lo suficientemente alto como para enseñarlo a estudiantes de secundaria, tal y como acreditan sus titulaciones.

Los libros de texto japoneses, tanto de inglés como de otras materias, ayudan bien poco a los estudiantes japoneses a comprender cómo el katakana se interpone entre el dato original, deformándolo para permitir su aprendizaje. Ningún libro de texto de historia incorpora el nombre en romaji de las figuras históricas de origen occidental como Thomas Alva Edison o Albert Einstein. No, los niños japoneses sólo recordarán トーマス・アルバ・エジソン y アルベルト・アインシュタイン, sin tener oportunidad de asociar el significado a cadenas de símbolos romanos que no obstante deberán recordar por medio de otros sistemas menos intuitivos (los niños japoneses conocen el alfabeto romano y han de reconocerlo y saber escribirlo, pero de ahí a usarlo va un trecho). Valga como ejemplo adicional del disparate los libros de texto y la docencia de inglés en Japón, que cuentan con un absurdo desequilibrio entre la cantidad de teoría y práctica. En la mayoría de los casos el katakana está más que presente, impidiendo al alumno hacer un esfuerzo útil en memorizar la palabra extranjera, y cuando el profesor japonés pronuncia en voz alta para que el alumno sepa cómo se dice la palabra en el idioma que pretende aprender, adivinad qué sale por la boca del docente.

Los nativos, y por supuesto los que ya sabíamos bastante inglés cuando comenzamos a estudiar japonés, todos nos sentimos afortunados de que ya de entrada pudiéramos tener acceso a millares de palabras sin tener que aprenderlas de nuevo. Porque no eran nuevas. Pero para los japoneses, el proceso es tan dañino como para nosotros es conveniente.

En mi corta (pero no insignificante) experiencia enseñando inglés y español a japoneses, opto por lanzarlos a la piscina sin flotador. Nada de katakana. Cuando les enseño una palabra la escribo en cristiano, y para que la recuerden la pronuncio lenta y cristalinamente. Si no lo pillan, vuelvo a pronunciar más despacio, tantas veces como sea necesario. No puedo impedirles que escriban la pronunciación en katakana: no soy partidario de secuestrar cuadernos. Pero les pido que no lo hagan si son serios en cuanto a su deseo de aprender. Al fin y al cabo, los nativos de inglés y francés han de aprender de memoria la pronunciación de cada palabra. ¿Por qué los esfuerzos por acercar el proceso de aprendizaje de la segunda lengua al proceso que tiene lugar en el cerebro nativo pasan por alto este importante aspecto? ¿Acaso los japoneses son incapaces de hacer tal cosa? Nada más lejos de la realidad: en japonés existen decenas de miles de términos que se escriben en kanji, cuya pronunciación varía en muchos casos de forma arbitraria. Un kanji cambia totalmente de pronunciación (que no de significado, que es invariable) dependiendo de si va solo o acompañado de otros kanji, y no hay manera de saber cómo: hay que recordar que en cada caso se pronuncia de una manera concreta. ¿Por qué no utilizar este camino mental ya labrado a fuego y sangre en la mente nipona para asociar sonidos al mapa de símbolos romanos de cada palabra extranjera? Hasta que se asuma lo intrusivo del katakana a la hora de poner a los estudiantes japoneses en contacto con lenguas extranjeras, seguirán teniendo un lastre innecesario en areas esenciales de competencias lingüísticas, un lastre que arrastrarán más tiempo del necesario. El katakana es japonés, y lo que queremos es que aprendan otro idioma, no más del suyo propio.


martes, 2 de noviembre de 2010

お粗末でした

Muchos de vosotros conoceréis “gochiso sama deshita” (ha sido un festín), la expresión de cortesía que hay que decir después de comer a la persona que ha cocinado, o que te ha invitado a comer (o a beber).

ご馳走さまでした。
ごちそうさまでした。
gochiso sama deshita

Lo que a lo mejor no conocíais es la réplica. Sí, hay una réplica establecida. Cómo no.

お粗末でした。
おそまつでした。
osomatsu deshita

La palabra "osomatsu" viene a querer decir "de baja calidad" o directamente "cutre". Es un ejemplo más de la tradicional modestia, en muchas ocasiones falsa, que viene a ser la piedra filosofal de la buena educación en japonés.

Y aquí me han explicado acerca de las kanyoku (慣用句/かんようく), que son las expresiones de uso común que siempre van juntas, o simplemente los patrones de habla que siempre se repiten, como ありがとうございます;どう致しまして, y que todos conocemos si usamos el japonés de forma cotidiana.

Me temo que esta no es la última vez que hablaremos de las kanyoku...